País de todas las Músicas
A propósito de un mensaje que te enviaron sobre CHOLO SOY de José Luis Madueño, te comento un artículo aparecido en El Comercio del 11/09/07 (Ricardo León), relacionado con el libro “Fusión: Banda Sonora del Perú” del músico y antropólogo Efraín Rozas (Lima, 1979), quien ha venido estudiando la fusión, el encuentro de culturas en función de la música.
León señala que no hay nada puro en la música: todo es fusión.
León señala que José Luis Madueño habla de una “evolución del folclor” y que la fusión es distinta del folclor.
Rozas contesta que por un lado todo es fusión, pero si todo es fusión, nada sería fusión. Agrega que el término “Fusión” alude a un género musical contemporáneo, de mitad de siglo XX en adelante, que está en el contexto de la globalización, que hace explícita la mezcla, enfatiza la mezcla. Quiere demostrar de manera clarísima esta mezcla, incluso en las portadas de los discos (que van con el libro), los nombres de las canciones, como diciendo “mira, esto es modernidad, pero es tradición también”. Esa es la diferencia –dice- entre la fusión y el folclor. El folclor se presenta como una cuestión más tradicional, no te está diciendo cuáles son las mezclas que tiene hacia adentro. El huayno, como lo conocemos hoy en día, tiene una clarísima influencia de la música española, lo mismo la marinera con la música andaluza. Hay quienes afirman que tiene influencia hebrea vía los moros de la zona andaluza de España, pero la marinera no tiene el afán de mostrar esa influencia explícitamente.
RICARDO LEON (R.L.): Hay músicos criollos que piensan que la música criolla debería permanecer como es originalmente. Ya ellos son una fusión y han querido negar el paso siguiente.
EFRAIN ROZAS (E.R.): El vals criollo es por excelencia el género cosmopolita. El mismo Felipe Pinglo introdujo elementos del “fox trot” (baile estadounidense muy popular en 1914), vinculado al jazz… En el vals hay un deseo de una afirmación criolla local, y esta identidad se dio también para diferenciarse de la cultura andina que llegaba. Los músicos criollos si están abiertos al cambio, lo que pasa es que no todos los cambios son exitosos. Pinglo en su momento innovó y fue aceptado. Chabuca Granda innovó y fue aceptada. Hay músicos criollos que dicen que Cholo Soy como producto está bien hecho. Hay una apertura al cambio, más de lo que se cree.
R.L.: En los últimos años la música empieza a mirar, igual que la gastronomía, a la sierra y la selva: ¿Por qué? Y ¿Por qué gusta tanto?
E.R.: Esta mirada hacia el interior, hacia lo histórico no es la primera vez que ocurre. Sucedió con el movimiento indigenista de los años 50, que rescató al indio y su mundo. Pero esto de la fusión responde a un contexto de globalización. Digamos que la gente se pierde en la marejada de símbolos y uno, dentro de esta cantidad de referentes de identidad, también quiere conservar su identidad. Y la fusión en la comida o en la música te permite ser internacional, pero a la vez tener tu propia identidad. Tocas un huayco, pero estás tocando también jazz y música electrónica. Y puedes estar bailándolo aquí o en Nueva York, pero le pones el rótulo “Perú”.
R.L.: ¿Podría ser una respuesta, musicalmente hablando, del limeño clásico que ve que Lima ya no es “su” ciudad, que es “otra”?
E.R.: Más que un setimiento de acorralamiento o de escape, es un deseo de encontrar una unidad en la diferencia. Estos músicos son como antropólogos musicales. Sales a la calle y encuentras negros, blancos, cholos, selváticos, ¿dónde está la unidad? Esta pregunta está desde que se fundó la República: ¿Cómo hacer para resolver este problema de la diversidad? ¿Dónde está aquello que nos vincula?
R.L.: La música chicha es como una avalancha que no se cansa de incorporar más elementos y más símbolos y no queda mal ¿Por qué esa tendencia como a aceptar todo?
E.R.: La música chicha tiene su propia historia, y tiene esta cualidad de incorporar elementos de todos lados porque es la música de los migrantes, de esos que se creían simplemente campesinos. Ese del “cholo soy, no me compadezcas”, el cholo que viene a Lima a ser moderno y coge guitarras eléctricas. Lo interesante es que ellos enfatizan con el eco, la reverberación, los colores brillantes; así como en la fusión se hace alusión a la tradición, usando zampoñas y cosas que refieren a una cuestión tradicional, en la chicha se usan elementos que refieren a cuestiones modernas, el uso de rayos láser, brillos.
R.L.: Hay quienes califican lo chicha de huachafo o alienado, son los dos adjetivos clásicos. Pero ¿no es un valor eso de poder abrirse tanto? Ya quisiéramos todos abrirnos tanto.
E.R.: Es un valor, estoy de acuerdo. Para mí es uno de los géneros más originales que se han hecho en las últimas décadas, si no el más original, es algo totalmente propio. Así como Hernando de Soto propone que la informalidad y sus lógicas deben incorporarse antes que rechazarse, estas estéticas también, en lugar de rechazarse deben incorporarse para encontrarles el valor y, sin duda, desarrollarlas. Nadie va a negar que también es una industria precaria.
R.L.: Las canciones del grupo Néctar y la muñequita Sally ahora se escuchan en fiestas de “clase alta”; mucha gente escucha el “El Arbolito”, cuando antes jamás lo habría hecho. ¿Es sola una moda o hay algo detrás?
E.R.: La música es una forma de crear identidad, es decir quién eres tú. Las personas que antes no habrían escuchado chicha o cumbia –gente de clase “alta”- están reflejando lo que se vive en la calle, en la vida diaria. La cultura migrante está presente, y los limeños clásicos están hablando de su identidad a partir de esta otra expresión incorporándola en sus fiestas, sea burlándose o disfrutando esa música. Hay muchas formas de ocuparse de ese tema. La cosa está cambiando, hay mucho más espacio para esta cultura. Es cierto que a veces se le ve en un tono medio exótico, como anécdota, pero es un fenómeno que va a ser estudiado y observado.
R.L.: Usted integra un grupo de música fusión (Radiohuayco), donde todos provienen de lugares y espacios distintos.
E.R.: Cuando empezamos a tocar como Radiohuayco quisimos hacer una música que fuera como la banda sonora de la vivencia de Lima, esa Lima Cosmopolita. En Lima tú tienes pedazos de China, pedazos de Africa, pedazos del ande, de la selva, y todo lo que puedes ver en un viaje en combi. La música que hacemos es eso, como el concepto del huaico, de la mezcla que recorre todo y jala todo a su paso, y lo interesante es que este grupo está formado por gente de todos lados. El guitarrista es cusqueño con una onda muyadina; el bajista es negro, afroperuano de familia musical; el pianista es del Callao, más tropical, … Al final todos somos productos de Lima, que es totalmente cosmopolita y totalmente chicha y somos una fusión total.
R.L.: La idea es mezclar sin asco. Antes la gente tenía una especie de repulsión a esas mezclas.
E.R.: Nosotros creemos que ya no se trata de quejarse o reivindicar. No, hay que encontrar la belleza en esa cultura chicha de la que hablamos, en ese revoltijo que a veces se mira mal. Ahí hay una belleza, hay una originalidad increíble, Lima es una ciudad totalmente original. Haico es un término bien cholo, bien peruano –usado sin ningún afán de burlarnos de las desgracias que ocasiona-, es el río que recorre cuesta abajo recogiendo un poco de todo, mezclándose, y cuando llega, llega marrón, juntando todas las culturas, todas las sangres, como decía Arguedas.
ENVIADO POR EL GRAN MAESTRO AUTOR Y COMPOSITOR PIURANO : ROLANDO "EL MOTE" RAMÌREZ VÀSQUEZ. (SIC)
A propósito de un mensaje que te enviaron sobre CHOLO SOY de José Luis Madueño, te comento un artículo aparecido en El Comercio del 11/09/07 (Ricardo León), relacionado con el libro “Fusión: Banda Sonora del Perú” del músico y antropólogo Efraín Rozas (Lima, 1979), quien ha venido estudiando la fusión, el encuentro de culturas en función de la música.
León señala que no hay nada puro en la música: todo es fusión.
León señala que José Luis Madueño habla de una “evolución del folclor” y que la fusión es distinta del folclor.
Rozas contesta que por un lado todo es fusión, pero si todo es fusión, nada sería fusión. Agrega que el término “Fusión” alude a un género musical contemporáneo, de mitad de siglo XX en adelante, que está en el contexto de la globalización, que hace explícita la mezcla, enfatiza la mezcla. Quiere demostrar de manera clarísima esta mezcla, incluso en las portadas de los discos (que van con el libro), los nombres de las canciones, como diciendo “mira, esto es modernidad, pero es tradición también”. Esa es la diferencia –dice- entre la fusión y el folclor. El folclor se presenta como una cuestión más tradicional, no te está diciendo cuáles son las mezclas que tiene hacia adentro. El huayno, como lo conocemos hoy en día, tiene una clarísima influencia de la música española, lo mismo la marinera con la música andaluza. Hay quienes afirman que tiene influencia hebrea vía los moros de la zona andaluza de España, pero la marinera no tiene el afán de mostrar esa influencia explícitamente.
RICARDO LEON (R.L.): Hay músicos criollos que piensan que la música criolla debería permanecer como es originalmente. Ya ellos son una fusión y han querido negar el paso siguiente.
EFRAIN ROZAS (E.R.): El vals criollo es por excelencia el género cosmopolita. El mismo Felipe Pinglo introdujo elementos del “fox trot” (baile estadounidense muy popular en 1914), vinculado al jazz… En el vals hay un deseo de una afirmación criolla local, y esta identidad se dio también para diferenciarse de la cultura andina que llegaba. Los músicos criollos si están abiertos al cambio, lo que pasa es que no todos los cambios son exitosos. Pinglo en su momento innovó y fue aceptado. Chabuca Granda innovó y fue aceptada. Hay músicos criollos que dicen que Cholo Soy como producto está bien hecho. Hay una apertura al cambio, más de lo que se cree.
R.L.: En los últimos años la música empieza a mirar, igual que la gastronomía, a la sierra y la selva: ¿Por qué? Y ¿Por qué gusta tanto?
E.R.: Esta mirada hacia el interior, hacia lo histórico no es la primera vez que ocurre. Sucedió con el movimiento indigenista de los años 50, que rescató al indio y su mundo. Pero esto de la fusión responde a un contexto de globalización. Digamos que la gente se pierde en la marejada de símbolos y uno, dentro de esta cantidad de referentes de identidad, también quiere conservar su identidad. Y la fusión en la comida o en la música te permite ser internacional, pero a la vez tener tu propia identidad. Tocas un huayco, pero estás tocando también jazz y música electrónica. Y puedes estar bailándolo aquí o en Nueva York, pero le pones el rótulo “Perú”.
R.L.: ¿Podría ser una respuesta, musicalmente hablando, del limeño clásico que ve que Lima ya no es “su” ciudad, que es “otra”?
E.R.: Más que un setimiento de acorralamiento o de escape, es un deseo de encontrar una unidad en la diferencia. Estos músicos son como antropólogos musicales. Sales a la calle y encuentras negros, blancos, cholos, selváticos, ¿dónde está la unidad? Esta pregunta está desde que se fundó la República: ¿Cómo hacer para resolver este problema de la diversidad? ¿Dónde está aquello que nos vincula?
R.L.: La música chicha es como una avalancha que no se cansa de incorporar más elementos y más símbolos y no queda mal ¿Por qué esa tendencia como a aceptar todo?
E.R.: La música chicha tiene su propia historia, y tiene esta cualidad de incorporar elementos de todos lados porque es la música de los migrantes, de esos que se creían simplemente campesinos. Ese del “cholo soy, no me compadezcas”, el cholo que viene a Lima a ser moderno y coge guitarras eléctricas. Lo interesante es que ellos enfatizan con el eco, la reverberación, los colores brillantes; así como en la fusión se hace alusión a la tradición, usando zampoñas y cosas que refieren a una cuestión tradicional, en la chicha se usan elementos que refieren a cuestiones modernas, el uso de rayos láser, brillos.
R.L.: Hay quienes califican lo chicha de huachafo o alienado, son los dos adjetivos clásicos. Pero ¿no es un valor eso de poder abrirse tanto? Ya quisiéramos todos abrirnos tanto.
E.R.: Es un valor, estoy de acuerdo. Para mí es uno de los géneros más originales que se han hecho en las últimas décadas, si no el más original, es algo totalmente propio. Así como Hernando de Soto propone que la informalidad y sus lógicas deben incorporarse antes que rechazarse, estas estéticas también, en lugar de rechazarse deben incorporarse para encontrarles el valor y, sin duda, desarrollarlas. Nadie va a negar que también es una industria precaria.
R.L.: Las canciones del grupo Néctar y la muñequita Sally ahora se escuchan en fiestas de “clase alta”; mucha gente escucha el “El Arbolito”, cuando antes jamás lo habría hecho. ¿Es sola una moda o hay algo detrás?
E.R.: La música es una forma de crear identidad, es decir quién eres tú. Las personas que antes no habrían escuchado chicha o cumbia –gente de clase “alta”- están reflejando lo que se vive en la calle, en la vida diaria. La cultura migrante está presente, y los limeños clásicos están hablando de su identidad a partir de esta otra expresión incorporándola en sus fiestas, sea burlándose o disfrutando esa música. Hay muchas formas de ocuparse de ese tema. La cosa está cambiando, hay mucho más espacio para esta cultura. Es cierto que a veces se le ve en un tono medio exótico, como anécdota, pero es un fenómeno que va a ser estudiado y observado.
R.L.: Usted integra un grupo de música fusión (Radiohuayco), donde todos provienen de lugares y espacios distintos.
E.R.: Cuando empezamos a tocar como Radiohuayco quisimos hacer una música que fuera como la banda sonora de la vivencia de Lima, esa Lima Cosmopolita. En Lima tú tienes pedazos de China, pedazos de Africa, pedazos del ande, de la selva, y todo lo que puedes ver en un viaje en combi. La música que hacemos es eso, como el concepto del huaico, de la mezcla que recorre todo y jala todo a su paso, y lo interesante es que este grupo está formado por gente de todos lados. El guitarrista es cusqueño con una onda muyadina; el bajista es negro, afroperuano de familia musical; el pianista es del Callao, más tropical, … Al final todos somos productos de Lima, que es totalmente cosmopolita y totalmente chicha y somos una fusión total.
R.L.: La idea es mezclar sin asco. Antes la gente tenía una especie de repulsión a esas mezclas.
E.R.: Nosotros creemos que ya no se trata de quejarse o reivindicar. No, hay que encontrar la belleza en esa cultura chicha de la que hablamos, en ese revoltijo que a veces se mira mal. Ahí hay una belleza, hay una originalidad increíble, Lima es una ciudad totalmente original. Haico es un término bien cholo, bien peruano –usado sin ningún afán de burlarnos de las desgracias que ocasiona-, es el río que recorre cuesta abajo recogiendo un poco de todo, mezclándose, y cuando llega, llega marrón, juntando todas las culturas, todas las sangres, como decía Arguedas.
ENVIADO POR EL GRAN MAESTRO AUTOR Y COMPOSITOR PIURANO : ROLANDO "EL MOTE" RAMÌREZ VÀSQUEZ. (SIC)
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